jueves, 14 de marzo de 2013

Nostalgia

De pronto caigo en este blog mío que desde hace varios años no he tocado.

Han pasado muchas cosas, desde entonces, pero, sobre todo, la irreparable pérdida de mi madre, quien era el pilar de mi vida y la razón de toda mi existencia. Cómo pudo haberse ido hace ya siete meses y un día, si yo la necesitaba tanto, así como mi familia. Cómo pudo ocurrir esto en mi familia cuando todos los eventos tristes pasaban por nuestro costado y no nos tocaban, y yo me sentía con un halo de bendición que me hacía creer que a nosotros no nos iba a tocar nunca.

Siempre le decía a mi madre que ella iba a vivir hasta los 100 años. Ella se sonreía y me miraba como diciéndome,quizá, pero no depende de nosotros, no creo. Sonreía y sonreía, reía y se engreía. Recuerdo uno de los últimos juegos que la ví compartir con sus nietos: mi hija Celeste y sus primitos Arián, Luchín y Camila. Eran cuatro niñitos jugando con su mamita Mónica. Y yo, observando feliz y divertida. Ellos escondían un peluche debajo del chaleco tan calientito de mi madre y ella se sentaba disimulada. Venían a buscar el peluche los demás, y entre decires de ... frío, frío... caliente, caliente... encontraban el peluche y al final mi mamá se cosquilleaba con las manitos de ellos en su regazo y reía a carcajadas, mientras los cuatro niños la besaban y apachurraban de mucho amor y cariño, en medio de este juego tan querendón.

No puedo describir el vacío que me quedó en el corazón para siempre. Sólo sé que cuando miro a la calle o estoy en un paradero esperando tomar mi bus para irme a casa, veo a señoras parecidas a mi madre entre la gente y me pregunto porqué tuvo que irse ella. Y me da un sentimiento de impotencia, tristeza, descontento con la vida, inclusive desesperanza.

Y es en ese momento que debo sacar fuerzas de flaqueza y decirme a mí misma que debo ser fuerte.

La vida es y será triste desde el momento en que mi madre se fue y ya no la puedo abrazar como cuando la iba a visitar siempre, después del trabajo.