miércoles, 1 de octubre de 2008

Con las ventanas cerradas

Hay una costumbre aquí en Lima, que me tiene muy mortificada. Los viajes en ómnibus se han hecho tan insufribles al tener que soportar el viaje con todas las lunas de vidrio cerradas y viendo que ninguno de los pasajeros que viajan sentados acepta abrir la luna de su sitio.



Escucho que aducen sentir frío y molestia con algo de viento en el rostro o cerca de ellos. Mientras, los que viajamos parados, además de viajar apretujados y casi como ovejas, sentimos que nos falta el aire y además nos sofocamos de tanto calor. Claro que aquí hay que añadir los horribles olores recargados que se siente, sobre todo si sube algún hombre que no se ha dignado bañarse en el día.



Cómo podríamos hacer para que las personas reflexionaran sobre esto. Es pan de cada día y ahora que hemos empezado la primavera, me aterra imaginar que luego vendrá el verano y vamos a tener que soportar estas actitudes totalmente dañinas para el bienestar y la calidad de vida de las personas.



Definitivamente, en Lima y en el Perú, nos falta mucho que avanzar en cuanto a la educación y formación de las personas desde pequeñas. Eso influiría en la clase de ejemplo y formación que reciben desde casa y desde el entorno inmediato.

jueves, 7 de febrero de 2008

Un día cualquiera

Estoy con el tiempo al costado. Hago y no hago muchas cosas. Mi pensamiento es asaltado por diversas ideas, pensamientos y sentires. Me siento inestable, desmotivada. Será que todos corren afuera, mientras yo estoy detenida. Creo que la monotonía y la imperfección, como sensación, están haciendo mella en mi pobre alma, cansada, preocupada, ansiosa. Quiero detener mis pensamientos pero no puedo. Me asaltan de pronto ansias, imágenes...

Me voy a diversos lugares. Me doy cuenta de que tengo diversas cosas pendientes, que necesito tiempo para mi vida pero, debo ser realista y aceptar que debo trabajar para poder hacer más cosas y tener la calidad de vida que merezco y merece mi pequeña hija quien se ha convertido en el motor de mi vida.

Yo entiendo que el matrimonio debe cubrirnos con una aureola dentro de la cual estemos los esposos juntos desafiando retos diarios, haciendo esfuerzos y contribuyendo con la construcción de un solo horizonte. Sin embargo yo, no siento eso. Lo que siento es soledad en mis afanes y en mis esfuerzos.

Como le dije ayer a mi esposo, necesito sentir que somos los dos quienes tenemos un objetivo común. No, como aparentemente, pasa, cada uno con sus asuntos, y sólo nos une el que tengamos un domicilio común.

Yo me siento cansada. Definitivamente mis fuerzas ya me están abandonando.

Ahora, sólo me gustaría tener más tiempo libre para disfrutarlo con mi nenita, con la muñequita que completa mi vida.

De hecho, me falta hacer muchas cosas. Mi nenita va creciendo y yo no estoy cumpliendo con realizar todas las acciones que había planificado para contribuir en buena manera con su formación a fin de que en el futuro sea una linda personita, con principios, con valores, con hidalguía, con mucho por dar a la sociedad y, sobre todo, feliz, consigo misma y con su familia y quienes la adoramos.

De hecho, soy consciente de que nada es fácil. La vida no es fácil.

Como hoy que es un día cualquiera y mis manos se animaron a delinear mis sentires.