viernes, 23 de febrero de 2007

La importancia de leer


Siempre he considerado que una persona que lee es un ser superior, un ser que puede traspasar el tiempo, conversar con quien quiera y vivir historias como las mil y una noches.

Leer es divertido y leer es encontrar muchas oportunidades en muchos sentidos. Una persona que lee es un privilegiado que debe procurar contagiar su mundo a sus amigos, hacer que ellos también experimenten esa delicia que significa adentrarse en una historia y conocer otros mundos y otras realidades.

Considero que es muy importante inculcar este gusto desde pequeños a los niños. Debemos considerar que ellos aprenden todo lo que los mayores les enseñamos o les mostramos como ejemplo. Es su natural proceso de crecimiento en el que aprenderán muchas cosas buenas y malas. Y allí debe entrar a tallar la labor formadora de los padres, quienes nunca deben descuidar el proceso de crecimiento y asimilación de saberes de los pequeños.

Es muy gratificante ver cómo en los hogares, en los parques y en las bibliotecas, muchos niños practican este buen hábito de leer, recrear figuras y letras y construir historias a partir de sus propias experiencias.

Recuerdo una oportunidad, cuando estuve de visita en la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, en España, cómo entre las actividades tan interesantes que realizan, se llevaba a cabo una jornada de cuentacuentos un domingo por la mañana. Ví una hermosa sala de colores, con un pequeño estrado para la cuentacuentera, los petates de colores para que los niños se ubicaran cómodamente, sentados o echados en ellos y, alrededor, unos cuadrados puff de colores,tipo banquitas, para los padres y acompañantes de los niños.

La puerta se abría e iban llegando como a la mejor gala, niños muy pequeñitos y grandecitos que, a la entrada, se encontraban con un perchero en donde, de inmediato, colocaban sus abriguitos y casaquitas que se sacaban al entrar, mientras se acomodaban en el petate; lo mismo sus padres.

Cuando empieza el cuento, silencio total, luego, reacciones diversas mientras avanza la contadora. Unos contestan, otros piensan en voz alta, sugieren, se emocionan, aplauden, se ríen, protestan, se echan, se sientan. Es un mundo de maravilla. Me sentí feliz de compartir tal experiencia.

Sólo deseo que la mayor cantidad de niños, sino todos, aquí en el Perú, tengan la oportunidad de experimentar estos goces tan únicos y tan trascendentales para su vida, lo que en un futuro se traducirá en un ciudadano informado, proactivo y consciente de sus deberes y derechos, con una mentalidad de cambio y desarrollo; todo, gracias a esta bella afición de leer y compartir historias como jugando.

martes, 20 de febrero de 2007

Lima de añorar

Lima es la ciudad donde nací, la ciudad en donde se añora los tiempos pasados, en la que al caminar siempre encontramos vestigios de una historia tan atractiva que sólo la hemos leído en los libros.
Una de las actividades que busca enseñorear esta ciudad y recordarla tan hermosa es el paseo en carreta jalada por caballos y con un moreno de chofer, lo que hace las delicias de los visitantes en la Plaza de Armas de Lima. La carreta tiene grandes ruedas y el caballo es super elegante y brioso. Da vueltas alrededor de la plaza de armas, mientras las personas que circulan o pasean por allí saludan a los emocionados pasajeros, y viceversa.

Recuerdo haber leído que cada una de las calles de Lima tenía un nombre particular, que generalmente era tomado de algún nombre de vecino o algún hecho significativo que la identificara. Por ejemplo, la calle Mercaderes, porque allí se instalaban los antiguos vendedores ambulantes; la calle de Estudios, porque allí transitaban los alumnos del Colegio que existía antes en lo que es ahora el Jr. Ucayali, puerta lateral de la Biblioteca Nacional; la calle Las Tres Marías, porque dicen que allí vivían tres hermanas muy lindas llamadas María, etc.

Los nombres también obedecían a las creencias o tradiciones de los vecinos; por ejemplo, La faltriquera del diablo, en donde se dice que el diablo llegó v cuando se fue dejó olvidado algo. Ya no recuerdo muy bien, pero el libro en verso de Carlos Dávalos y Lissón, si no me equivoco, rememora ricamente cada una de las historias de las calles de Lima antigua.

Hace ya algún tiempo, la Empresa Barrington colocó placas de mármol, tipo azulejos de colores en las calles, recordando los nombres originales de cada una de las calles de Lima y su significado. Ojalá nunca desaparezcan o las dañe el tiempo. No saben la emoción que siento cada vez que me detengo a leer el nombre y significado de la calle en donde estoy caminando.
Voy rememorando escenas de historias leídas en libros de historia de Lima hace ya algún tiempo.

No sé si el tiempo pasado fue mejor, pero siento que sí fue delicioso conocerlo a través de los relatos de los escritores de la talla de Héctor Velarde, Ricardo y Carlos Dávalos y Lissón, Luis Alberto Sánchez, Manuel Solari Swayne y otros distinguidos hombres de la pluma hermosa.

lunes, 19 de febrero de 2007

Madres que trabajamos


Hoy es lunes y esta vez siento con más fuerza ese hincón en el corazón que me da, siempre, con la sensación de haber dejado algo muy amado.
Es la sensación de haber dejado a mi pequeña hija en casa mientras yo tengo que trabajar obligatoriamente. Como lo hacen muchas mamás de hoy.

Los tiempos han cambiado, y ahora, aparte de pensar en conseguir un trabajo digno y respetable como para vivir con calidad y aportar en el desarrollo del país, una tiene que pensar en cómo realizar el trabajo de ser mamá en cuanto llegamos a nuestras casas. Quizá recuperar el tiempo no compartido con ese pedazito de nosotras que dolorosamente tenemos que dejar una gran parte de las horas que tiene cada día; definitivamente, hay que ser muy fuerte y hacer las cosas bien a fin de que, por lo menos, logremos compartir un poquito de felicidad con nuestros hijos.

Cómo quisiera convertirme en una ama de casa común, con toda la carga de trabajo que tenemos en casa, pero disfrutar de cada momento del crecimiento de mi pequeña niña. llevarla al nido, prepararle la lonchera, cambiarla y sentir la sensación de que estamos superándonos cada día, que estamos construyendo su futuro.

Los fines de semana, además de todos los quehaceres de la casa, que es imposible de realizar sólo en el día, la fuerza la conseguimos del aliento de nuestros hijos, de su mirada, de sus manitos, de sus juegos, de sus preguntas, de su pequeña personalidad que ya vamos viendo perfilarse.

Y porqué tendré que perderme todo eso.

Porqué la vida tendrá que ser tan cruel con las mamás de hoy.

viernes, 16 de febrero de 2007

Trato preferente

Desde hace poco, existe aquí en el Perú una norma de atención preferente que especifica las consideraciones que deberemos tener todos los ciudadanos para con las personas mayores de 65 años, mujeres embarazadas, mujeres con niños en brazos o discapacitados; y es de aplicación en las entidades que brindan servicio público, llámense bancos, omnibuses de transporte público, aeropuertos y cualquier otro lugar de esta índole.

Sin embargo, es penoso ver cómo en nuestra sociedad, muchas personas se muestran insensibles al respecto. Muchos de ellos actúan así por desconocimiento de la norma. Por ejemplo, los cobradores de los medios de transporte público que, a pesar de tener pintada frente a ellos una gran flecha con las palabras ASIENTO RESERVADO, no respetan esto y esperan a que los mismos pasajeros se den cuenta, no les importa; otro ejemplo, los miembros de seguridad de algunos bancos, quienes no saben direccionar el desplazamiento de las personas ante las ventanillas a fin de agilizar los trámites, a pesar de tener casi frente a ellos el letrero SERVICIO PREFERENTE.

Es muy difícil comprender, además, cómo hay personas que, inclusive, tratan de buscar razones descabelladas para no obedecer la norma; o lo que es peor, se hacen los dormidos o permanecen inmutables, si están en un vehículo de transporte público. Es triste ver cómo una señora que tiene cargado a su pequeño bebé en la espalda, parada, tenga que esperar hasta que avance la cola para poder realizar su trámite, si está en un banco o entidad comercial. Y todo por desconocimiento de todas las personas que se encuentran allí, llámense conciudadanos, empleados, gerentes, quienes pasan y repasan viendo este hecho y no muestran ningún signo de acción con respecto a la norma de trato preferente.

Inclusive, los mismos ciudadanos reclaman cuando de acuerdo a la norma, algunas personas son invitadas a entrar o a sentarse de forma preferente.

Y es que se trata de la Norma de Atención Preferente, que ya quisiera que todos conocieran, que no se aplica en el Perú, en Lima. No hablo de provincias.

miércoles, 14 de febrero de 2007

Amor por la vida

Ayer leía un artículo acerca de los niños y la influencia que pueden tener las nanas en la definición de su personalidad y de los valores que después manifestarán en la sociedad. También me topé con una increible foto de la mano de un doctor sosteniendo a un bebé pequeñito del tamaño de su mano. Y, camino a mi casa, parada en el bus de la ciudad, ví de pronto un pequeño niño caminando lloroso e impotente; quiso subir a un bus para vender sus golosinas y no lo dejaron subir.

Comprobé lo valiosa que es la vida y lo maravilloso que es el ser humano, quien viene al mundo y se ve inmerso en diversas circunstancias que después se relejan en su accionar en la vida, y las va superando etapa por etapa. De ahí que, es increible pensar cómo existen seres humanos que desprecian la vida humana, no la respetan y no la valoran. Seres humanos que viven por vivir y no prestan los cuidados necesarios a los más pequeñitos que son seres indefensos que están a merced de los mayores que conforman su entorno.

Cada vez que veo la miseria pasar, encarnada en niños pobres que sufren en las calles de la ciudad en pos de algo que alivie sus penurias, siento una gran impotencia por no poder hacer más por ellos, que sólo colaborar un poquito u ofrecerles una palabra de aliento.

Sé que si la sociedad en su conjunto fuera consciente de este aspecto de nuestra vida en la sociedad, y encontraran la ocasión de hacer aflorar su humanidad, creo que podríamos aspirar a tener un mundo mejor.

Una frase de cliché dice que los niños son el futuro del país. Yo les digo: Son el presente, ahora y siempre. Si no tomamos conciencia de ello, estamos perdidos y todo quedará en manos de Dios.

lunes, 12 de febrero de 2007

Lima la de los micros

Hace unos días, durante un viaje de regreso a casa, escuché en la radio que se estaba discutiendo respecto del medio pasaje de los estudiantes universitarios. Me hizo recordar lo que yo pasaba cuando era estudiante, que no ha sido hace mucho, en el sentido de que, me sentía totalmente maltratada cuando los cobradores decían que ya era muy tarde y que a esa hora ya no circulaban los estudiantes universitarios. Que tenía que pagar el pasaje completo.

Siempre me ha parecido descabellado el que pretendan poner trabas a este beneficio justo que el Estado promueve para los estudiantes de educación superior. Y así todavía, algunos se preguntan cómo podemos progresar, cuando nos encontramos a cada paso con esta gente que sólo piensa en lo económico y no en el desarrollo de nuestro país. Ojalá que ahora no se piense en quitar este beneficio justo para los jóvenes.

Ni qué decir de los sábados. Era superar otro problema porque algunos cobradores no querían aceptar el medio pasaje aduciendo que los sábados no había clases. Los domingos era insufrible. Porqué no pensar que el medio pasaje era por ser estudiante universitario, no para ir a clases solamente.

Es todo lo descabellado que uno puede soportar en esta Lima que parece que no pugna por cambiar. No sólo es cuestión de cambiar de cara sino principalmente de esencia, de contenido.

Lamentablemente, la gran mayoría de los choferes y cobradores de Lima no cuentan con formación adecuada, ni siquiera de civismo o de servicio al cliente.

Sueño con encontrar un servicio de transporte público en donde los choferes y cobradores nos traten con amabilidad y en donde siquiera nos alquilen un periódico del día para poder llegar al trabajo ya informados. En donde podamos disfrutar el tiempo de viaje leyendo.

Ni qué decir, si alguna vez prestaran libros así como en otros países.