miércoles, 1 de octubre de 2008

Con las ventanas cerradas

Hay una costumbre aquí en Lima, que me tiene muy mortificada. Los viajes en ómnibus se han hecho tan insufribles al tener que soportar el viaje con todas las lunas de vidrio cerradas y viendo que ninguno de los pasajeros que viajan sentados acepta abrir la luna de su sitio.



Escucho que aducen sentir frío y molestia con algo de viento en el rostro o cerca de ellos. Mientras, los que viajamos parados, además de viajar apretujados y casi como ovejas, sentimos que nos falta el aire y además nos sofocamos de tanto calor. Claro que aquí hay que añadir los horribles olores recargados que se siente, sobre todo si sube algún hombre que no se ha dignado bañarse en el día.



Cómo podríamos hacer para que las personas reflexionaran sobre esto. Es pan de cada día y ahora que hemos empezado la primavera, me aterra imaginar que luego vendrá el verano y vamos a tener que soportar estas actitudes totalmente dañinas para el bienestar y la calidad de vida de las personas.



Definitivamente, en Lima y en el Perú, nos falta mucho que avanzar en cuanto a la educación y formación de las personas desde pequeñas. Eso influiría en la clase de ejemplo y formación que reciben desde casa y desde el entorno inmediato.

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