viernes, 3 de abril de 2009

La Hora del Planeta


Con cuánto entusiasmo esperé para el 28 de marzo. Lo conversé con mi familia, mis amigos, mis colegas. Y parecía que todo el muindo iba a girar en torno a esta actividad tan grande cuyo fin era contribuir a salvar el futuro del planeta. Todos apagaríamos nuestras luces y desconectaríamos todo lo eléctrico el sábado 28 a las 8:30 p.m.


Sin embargo, nunca pensé que pudiera haber tanta desidia e inconsciencia por parte de la gente. Yo hasta me había imaginado que los niños también habían sido aleccionados por sus padres, que participarían activamente y apagarían todo lo eléctrico en las casas a las 8:30 p.m., hora pactada, archiconocida, pensé, por todos.


Otra fue la triste realidad. Yo estaba de visita en casa de mis padres y allí todos estuvimos pendientes y participamos, como cuando llega las 12 p.m. y nos decimos Feliz Navidad, Feliz Año. En mi barrio también, antes de salir, dejé todas mis luces apagadas. Con mi esposo nos decíamos, y si salen los malosos, y si salen los fascinerosos a querer aprovecharse de la oscuridad del apagón para cometer fechorías? Mi esposo dijo: Yo voy a casa y luego te recojo. así todos, igual, participamos de la campaña.


Mi hija pequeña, Celeste de mi vida, de cinco añitos, estaba totalmente mentalizada del signficado y de su importante participación. Así la escuché decirle a sus amiguitas. Y claro que participó, y se extrañó de que otros no lo hicieran.


Y ahora, con sentimiento de cabeza gacha, y con verguenza ajena, debo afirmar que muchísima gente no participó; y lo que es más grave, no quisieron participar, y lo que es más grave aún, desconocían el tema.


Qué pena querida tierra, qué pena mi planeta.





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