miércoles, 14 de febrero de 2007

Amor por la vida

Ayer leía un artículo acerca de los niños y la influencia que pueden tener las nanas en la definición de su personalidad y de los valores que después manifestarán en la sociedad. También me topé con una increible foto de la mano de un doctor sosteniendo a un bebé pequeñito del tamaño de su mano. Y, camino a mi casa, parada en el bus de la ciudad, ví de pronto un pequeño niño caminando lloroso e impotente; quiso subir a un bus para vender sus golosinas y no lo dejaron subir.

Comprobé lo valiosa que es la vida y lo maravilloso que es el ser humano, quien viene al mundo y se ve inmerso en diversas circunstancias que después se relejan en su accionar en la vida, y las va superando etapa por etapa. De ahí que, es increible pensar cómo existen seres humanos que desprecian la vida humana, no la respetan y no la valoran. Seres humanos que viven por vivir y no prestan los cuidados necesarios a los más pequeñitos que son seres indefensos que están a merced de los mayores que conforman su entorno.

Cada vez que veo la miseria pasar, encarnada en niños pobres que sufren en las calles de la ciudad en pos de algo que alivie sus penurias, siento una gran impotencia por no poder hacer más por ellos, que sólo colaborar un poquito u ofrecerles una palabra de aliento.

Sé que si la sociedad en su conjunto fuera consciente de este aspecto de nuestra vida en la sociedad, y encontraran la ocasión de hacer aflorar su humanidad, creo que podríamos aspirar a tener un mundo mejor.

Una frase de cliché dice que los niños son el futuro del país. Yo les digo: Son el presente, ahora y siempre. Si no tomamos conciencia de ello, estamos perdidos y todo quedará en manos de Dios.

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