lunes, 19 de febrero de 2007

Madres que trabajamos


Hoy es lunes y esta vez siento con más fuerza ese hincón en el corazón que me da, siempre, con la sensación de haber dejado algo muy amado.
Es la sensación de haber dejado a mi pequeña hija en casa mientras yo tengo que trabajar obligatoriamente. Como lo hacen muchas mamás de hoy.

Los tiempos han cambiado, y ahora, aparte de pensar en conseguir un trabajo digno y respetable como para vivir con calidad y aportar en el desarrollo del país, una tiene que pensar en cómo realizar el trabajo de ser mamá en cuanto llegamos a nuestras casas. Quizá recuperar el tiempo no compartido con ese pedazito de nosotras que dolorosamente tenemos que dejar una gran parte de las horas que tiene cada día; definitivamente, hay que ser muy fuerte y hacer las cosas bien a fin de que, por lo menos, logremos compartir un poquito de felicidad con nuestros hijos.

Cómo quisiera convertirme en una ama de casa común, con toda la carga de trabajo que tenemos en casa, pero disfrutar de cada momento del crecimiento de mi pequeña niña. llevarla al nido, prepararle la lonchera, cambiarla y sentir la sensación de que estamos superándonos cada día, que estamos construyendo su futuro.

Los fines de semana, además de todos los quehaceres de la casa, que es imposible de realizar sólo en el día, la fuerza la conseguimos del aliento de nuestros hijos, de su mirada, de sus manitos, de sus juegos, de sus preguntas, de su pequeña personalidad que ya vamos viendo perfilarse.

Y porqué tendré que perderme todo eso.

Porqué la vida tendrá que ser tan cruel con las mamás de hoy.

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